¿Quién reemplazará a Carole Lombard?
¿Qué estrella se podrá considerar como la heredera del lugar que Carole Lombard ocupaba en la pantalla? Esta pregunta la formulan —en estos momentos— miles de aficionados al cine en todo el mundo, que recuerdan el arte inimitable de la famosa estrella; su personalidad única y genial en la abundante constelación que brilla en Hollywood.
La respuesta es definitiva: el lugar de Carole Lombard no lo ocupará nadie. Quedará vacío como quedó el de Rodolfo Valentino, el de Jean Harlow o el de Will Rogers. Y no es precisamente que falten artistas con cualidades destacadas, cuyos méritos merecen el más cumplido elogio. Podríamos citar nombres y más nombres que gozan de gran popularidad. Sin embargo, la contestación al aficionado que sigue la vida y milagros de sus favoritos en la capital del cine es negativa.
El artista es producto de un conjunto de virtudes que lo hacen destacar o diferenciar, mejor dicho, de sus colegas igualmente célebres. Cuando desaparece, solo es posible el establecer comparaciones mientras su recuerdo permanece vivo.
Y el recuerdo de Carole Lombard no se borrará fácilmente de nuestras mentes.
En plena juventud, en plena felicidad y en plena gloria, murió Carole Lombard. ¡Muerte gloriosa que no ha sabido de dolores, ni de desilusiones, ni de amarguras!
Pero que, por esto mismo, deja en el ánimo una angustia desoladora.
Contaba Carole Lombard 32 años y hacía 21 que había iniciado su carrera artística, cuando apenas tenía 11.1
Su primer trabajo lo consiguió en la película The Perfect Crime2, como hermana de Monte Blue. Le duró dos días y recibió por él 30 dólares.
Se llamaba entonces Jane Peters, y cuando llegó a Los Ángeles con su familia fue pronto alentada por el director Allan Dwan, que visitaba un día a una familia vecina. La alegría dinámica de Carole le subyugó y de ahí el primer papel ante la pantalla.
Pero a pesar del entusiasmo de la chiquilla por el cine, su madre insistió entonces en que la escuela era más importante, y Jane tuvo que dedicar todas sus energías a conseguir buenas notas y a ganar trofeos en los deportes de la Escuela de Segunda Enseñanza.
Cuando se graduó, obtuvo pronto un contrato con la Fox, donde cambió su nombre, porque en el estudio había ya otra Janice Peters. Adoptó el apellido de Lombard por ser el de unos amigos a quienes adoraba, y el nombre de Carole porque le sonaba bien.
Después de filmar en la Fox algunas películas del Oeste, tuvo Carole Lombard un terrible accidente de automóvil que por poco le cuesta la carrera. La cabeza de Carole rompió el cristal del parabrisas, y se cortó su rostro de arriba a abajo en la mejilla izquierda. El médico de guardia en el hospital la dio catorce puntos, sin administrarle ningún anestésico para evitar que los músculos del rostro se relajaran. El médico desapareció de la escena una vez hecha la cura y Carole no supo nunca su nombre, aunque le guardó gratitud eterna porque, gracias a su decisión, no quedó lacerada para siempre.
De todas modos, tuvo que permanecer muchas semanas sin hablar ni ver a nadie y esto la puso melancólica. Una amiga le sugirió que, para distraerse, fuera al estudio de Mac Sennet, donde consiguió trabajo. Después de un par de años, Pathé la ofreció más sueldo y ella aprovechó esta buena ocasión para dar el salto.
Su popularidad aumentó constantemente y no tardó mucho en tener un buen contrato en la Paramount, donde llegó a cobrar 3500 dólares por semana.
En este tiempo había conocido y se había casado con el artista William Powell, en el año de 1931. Sus respectivas carreras artísticas eran incompatibles con la felicidad matrimonial, y llegaron por ello a divorciarse dos años más tarde, aunque quedando, a pesar de esto, como los mejores amigos del mundo.
El 30 de marzo de 1939 realizó Carole, por fin, el sueño de su vida, uniendo sus destinos a Clark Gable, con el que tuvo amores muchos años, sin poder casarse con él porque su primera esposa no le concedía el divorcio.
Carole Lombard interpretó en la pantalla toda clase de personajes y ganó una fortuna.
Esta es una escena de la película en la que, por última vez, veremos a Carole Lombard tal como era en vida. Y es simbólico que el personaje que representa sea una de las muchas víctimas de la odiosa Gestapo, porque Carole detestaba todo lo que encarna poder dictatorial. Luchando contra él, en misión que era —precisamente— para reforzar los recursos democráticos de los EE.UU., encontró la muerte la famosa estrella. El film se titula en inglés To Be or Not to Be —Ser o no ser en castellano— y ha sido dirigido por Ernst Lubitsch para la United Artists. |
En el año de 1937 ganó más que ninguna otra artista de la pantalla, llegando sus entradas a la suma de 465 000 dólares. Después de pagar los impuestos federales y del estado de California, más otros varios impuestos y gastos personales, le quedaron apenas 20 000 dólares de esta suma total, como beneficio.
Pero en lugar de quejarse, como otros artistas, Carole declaró abiertamente:
—Me siento dichosa de pagar los impuestos de mi país, por todas las cosas buenas que mi país ha hecho por mí; por todas las cosas que hace posibles para todo el mundo, y por todas las comodidades de que disfrutan sus ciudadanos. El precio no es excesivo y yo, personalmente, doy por muy bien empleado lo que me cuesta.
Esta conformidad retrata el espíritu abierto y generoso de Carole Lombard.
Desde que se casó, Carole Lombard vivía convertida en una perfecta «ama de casa», prisionera feliz en su rancho del Encino, ordeñando sus vacas, cuidando sus gallinas, mimando a sus caballos. Enemiga de los clubs y de las exhibiciones, su placer mayor consistía en quedarse por la noche en la casa, jugando al bridge con su esposo y algunos amigos.
Carole Lombard ha muerto prestando sus servicios a la nación como un soldado, después de haber sido instrumento para la venta de más de dos millones de bonos de la Defensa Nacional en Indianápolis. El presidente Roosevelt, considerándolo así, ordenó que se rindieran honores militares a sus restos, como a los de los militares y marinos que con ella venían en el avión destrozado.3 Pero Clark Gable, aunque agradeciendo el homenaje póstumo, lo rechazó, porque quiso estar solo con su dolor. Ni honores militares, mi pompas fúnebres. Un pequeño grupo de familiares y amigos íntimos y nadie más. Y el deseo del artista ha sido ley.
En la tumba de Carole no ha habido salvas ni ha sonado el toque de «silencio».
Pero en todos los talleres de Hollywood, al terminarse las asambleas para ayudar a la Cruz Roja, precisamente en los momentos en que los restos de Carole eran sepultados, un cornetín ha dejado oír las notas impresionantes de esa triste despedida.
Se apagó una estrella.
El espacio que ocupó en el lienzo de plata queda iluminado por el resplandor de otras figuras cinematográficas de gran valor, cuyo talento es igual o superior al de Carole, pero ninguno de sus compañeros duplicará ante la cámara la personalidad extraordinaria de esta mujer a quienes todos queríamos y respetábamos. ⬥
1 | Debe tratarse de un error. Carole Lombard tenía 33 años cuando falleció, y su primer papel lo consiguió a la edad de 12 años. ↩ |
2 | El título del film es A Perfect Crime. ↩ |
3 | En enero de 1942, Lombard visitó su Indiana natal para participar en un mitin de apoyo a la guerra. Cuando Lombard y su madre regresaban a casa el 16 de enero, ellas y otras 20 personas murieron en un accidente aéreo en las afueras de Las Vegas, Nevada. El presidente Franklin Roosevelt expresó los sentimientos de millones de personas en un telegrama dirigido al marido de Lombard, Clark Gable: «Proporcionó una gran alegría a todos los que la conocieron y a millones que solo la conocían como una gran artista… Es y siempre será una estrella, a la que nunca olvidaremos ni dejaremos de estar agradecidos». ↩ |
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